martes, 22 de julio de 2008

NARCISO PINEDA ACOSTA


Y que decir de los ajiceros Barrosos PINEANOS, Toros que haciendo decoro a los años 30, es decir, a los años del olvido, dejaron en alto la fama de una ganadería que pastaba en SAN BARTOLO, en los alrededores de Playones comunales de Punta de Blanco, Rincón del Hobbo a Punta Nueva, explayándose hasta las tierras pantanosas de Rivera, paisaje toruno, civilizado por el espíritu arisco, indómito y trabajador de Don NARCISO PINEDA ACOSTA. Este mestizo, figura de hombre valiente, terror de las fieras que asechaban los rebaños, capaz de enfrentar a un tigre parado a raya, y dominarlo hasta la cruceta de su lanza.

En sus dehesas se engendraban y desarrollaban los ganados, luchando a cornadas limpias, pitones cuacados cuidadosamente en aquellos vetustos comejenes, los cuales le permitían defender su naturaleza de las garras y colmillos asesinos de las fieras de la noche.

La Historia nos presenta un testimonio de NARCISITO, joven a la sazón e hijo del afamado Ganadero: Que un vaquero, compadre y amigo del viejo DON NARCISO, “COMPADRE GARAVITO”, nativo de la región de Buenavista, le solicitó a préstamo el mas nombrado de los Barrosos, divisaSANBARTOLINA”, no muy fácil de viajar por la urañez del animal, que pastaba bajo el cielo azul de Silva y Rabón a las espaldas anfibias y cálidas del legendario Punta de Blanco.

Allí lo esperaba la fiera, entre palotares y el reclamo de las garzas. Sus pitones amenazantes apuntando al infinito, “su estampa de miedo” conservaba las huellas de la sangre derramada. ¡Bajoneaba!., regañando a los desconocidos que se le acercaban. Pero la astucia, experiencia y conocimiento del rezo del valiente baquiano, con ese acompasado coro: ¡Párate Torito!, ¡Párate Torito!, ¡Párate Torito!, y su circular cansino, enceló al animal con su canto de magia y sortilegio, lo sacó del monte y rastrojales donde se topaba, convirtiéndolo en el mas dócil y manso del rebaño.

En el correr de la tarde, con su voz nostálgica de recuerdo, SAMUEL, hijo de Don NARZO y a la postre el mas autorizado en estas lides del Ganado Bravo, narraba la historia del BARROSO MUCURITO, aleonado, de poca culata, cuajado, cornalón, astifino, cornivuelto, fiero como el que mas, hizo presa con codicia a las puertas de toriles del Caballo Melao que montaba el inolvidable VALERIO, sacándole la guadrapa, sin tocar la coraza, con la mas fina de sus agujas..

Aunque el sobresalto fue mayor cuando le ganó los terrenos a la cabalgadura del veterano “CHU” HERNÁNDEZ,despojándole de la ristranca con la armadura de su gloria.. El grito cobrizo de don GABRIEL DE LA OSSA, “EL CONCHA”, se ahogó en el eco de la muchedumbre confundida con los compases en la Banda de MARCIAL.

Toros Bravos; jugados cada 8 de septiembre, alegraban esa fecha, al repique de campanas y el retumbar de las recamaras, y la lluvia de mantas GUILLERMO, anunciando las doce del día. ¡PINEANOS venidos desde el mismo INFIERNO.Finca cercana, que obedecía a ese nombre, donde a partir de agosto reposaban para su cita anual.