Por
LUIS MANUEL ESPINOSA
P.J. Romero Arrieta fue un poeta
sinceano, el más grande si se quiere que haya producido esa población. Era
además un profundo pensador y el primero en saetear la sociedad sinceana. Tenía
la convicción de saber cómo conducir no solo al pueblo de Sincé, sino a las
sabanas todas, las cuales pretendía integrar en una sola unidad territorial con
Magangué. De profesión educador, ejercía también el periodismo, lo cual hacía
con denuedo, rectitud y tezón. Cuando apenas despuntaba el siglo XX,
había fundado el primer periódico que hubo en esa ciudad y uno de los
primeros de la región, al que denominó Albores.
Aun cuando para entonces las sabanas
se habían recuperado de la guerra de los mil días, ya que su economía era una
de las más crecidas del país, dado el incremento de la ganadería y de las
exportaciones de tabaco, editar un periódico suponía la asunción de unos costos
inusitados, máxime cuando se carecía de una concepción editorial apropiada y el
concepto de la publicidad era muy incipiente por el carácter rural de los
poblamientos. Sin embargo, Pejota se impuso la meta de salir adelante con su
empeño periodístico. De suerte que Albores, más que una empresa económica y
periodística, fue un proyecto de vida para el ilustre bardo sinceano.
Descendía de aquel Romero que,
proveniente del levante español, como decía Alejandro Alvarez, biógrafo del
Chano Romero, figura epónima de Sincelejo, había llegado a las sabanas con el
deseo de aposentarse en la región en busca de sosiego y de una vida tranquila y
próspera, después de haber participado en las luchas revolucionarias y
libertarias de Francia y Haití. Por lo que muy seguramente el talante indómito
y rebelde de ese primer Romero, que arribara al sitio denominado Sincel,
todavía un asentamiento indígena, rebullía y corría proceloso por sus venas.
Igualmente la raza cósmica costeña tenía en él uno de sus más caracterizados
exponentes por su inteligencia y bizarría.
Pejota no solo fundó Albores, sino
que también publicó Aurora que era un periódico de corte literario. Con ocasión
de cumplirse el centenario del nacimiento del general Demetrio Muñoz Lara, si
no el mejor, el más famoso alcalde que ha tenido Sincé, publicó un importante
ensayo periodístico en el cual reclamaba un especial reconocimiento para los
grandes educadores del pueblo sinceano, entre quienes destacaba al padre
Gabriel Garrido y Lizandro Ulloa Albis. El primero por crear la
biblioteca y el segundo por el establecimiento del Colegio de la Merced,
institución de bachillerato donde se educaba buena parte de las gentes del sur
de las sabanas.
Al gran poeta que fue Pedro José
Romero Arrieta le correspondió vivir la época que algunos han denominado
la Edad de Oro de Sincé, en la cual, las actividades económicas de la élite
sinceana se acompañaban con el ajetreo intelectual de cuyo goce hacían gala sus
integrantes. Esa dirigencia siempre estaba presta a emprender extraordinarias
jornadas cívicas para el impulso de los principales proyectos de progreso y a
brindar su apoyo a las individualidades más sobresalientes. Ejemplo de ello fue
la escogencia del alcalde Muñoz Lara, fruto de un consenso político de la
sociedad civil, a quien Pejota rinde tributo de admiración no solo por sus
ejecutorias, sino por sus virtudes ciudadanas. Pero sobrevino la crisis de
finales de los años veinte y el vate abandona su lugar de origen para irse a
refugiar en otros lares donde permanecerá olvidado hasta su muerte.
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